MGV
¿Que Benito Zambrano no ha sido fiel al libro? No lo recuerdo suficiente como para apoyarlo. Pero si lo que encubre semejante afirmación es la voluntad de defender La voz dormida (the book), frente a La voz domida (the movie), poco importa el reparto de culpas.
No lo digo yo, lo dice la misma novela, que empieza así: «La mujer que iba a morir se llamaba Hortensia». Y dos párrafos más abajo, por si alguien no se había enterado: «La mujer que iba a morir no sabía que iba a morir».
Las frases tienen algo del realismo mágico de García Márquez pasado por el regusto sentimental de un folletín decimonónico. Yo prefiero pensar que la culpa de todo es de la escritora y no del señor que rodó Solas y me descubrió a Ana Fernández, pero creo que me equivocaría.
Pero este post no pretende tan solo despotricar, quiere tener una idea: estas dos obras son peligrosas. La de Zambrano, además, no tiene memoria, que ya manda narices.
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Primo de Rivera antes del maquillaje |
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Primo de Rivera maquillado |
El peligro de utilizar, emocionalmente, los argumentos equivocados es cuando el boomerang viene de vuelta. ¿Qué pasa con los republicanos que violaron, que asesinaron despiadadamente, que quemaron curas vivos? ¿Qué pasa con los egoístas, los cobardes, los cenizos? Se supone que no los defendemos por su honorabilidad y galantería, sino por la ideología y que, por lo tanto, no nos dolerán prendas a la hora de reconocer matices y claroscuros en los personajes. Ya era ingenuo hacer una película así en la era pre Pa Negre, hacerla en la post es una irresponsabilidad y un atentado contra la memoria cinematográfica.
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En resumen, que Benito nos sería capaz de vendernos, como un vendedor de crecepelo en la plaza pública, que la redondez de las formas del vientre de Indalecio eran en realidad placas de acero.
Y es que claroscuros y pecadillos en el armario tenemos todos, pues aquí a un servidor, cuando leyó La voz dormida allá en los crepúsculos de la adolescencia, le emocionó el librito una barbaridad.
¡Qué mayor te noto, Manu de mi alma!
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